Su madre tenia esta almohada y luego él vino al mundo de esa manera sorprendente en que los bebes se maravillan con las cosas menos pensadas, él se maravilló con esa almohada, adoraba su textura, adoraba la tela, que al pasar de los años se le habían formado pequeñas bolitas de algodón que él con su manitas de bebe jaloneaba con gusto.
Y así poco a poco, su madre entendió que como a ella una vez se la había cedido su madre, ahora le tocaba a ella cedérsela a su hijo.
Se volvió en su ritual personal para dormir, acostarse en ella, con una mano sostener su mamadera tomando la leche y con la otra jalonear las pequeñas bolitas de algodón que conformaban a su almohada. Es obvio que todo a lo que quieres mucho tienes que ponerle un nombre, para identificarlo del resto, es especial.
Así nuestro bebe empezó a llamarle "Mimi" a su almohada. Mimi fue su fiel compañera durante sus noches de sueño, en sus momentos de miedo y tristeza y fue su refugio en busca de paz.
7 años después, Mimi se había convertido en una estructura de foam recubierta por un pedazo de tela roñoso que solía ser blanco y entonces hubo que darle la noticia, Mimi tiene que jubilarse.
Su abuela pensó que seria mas fácil si Mimi era reemplazada por una nueva generación. Que bueno que aun existen en el mercado estas almohadas!

"Permitanme un momento para despedirme" fueron sus palabras.
Pasados unos minutos, había mucho silencio, cuando decidimos mirar allí estaba él acostado, durmiendo lleno de paz en profundidad encima de SU Mimi, una ultima vez.
Hoy lleva adentro de su "nueva Mimi", el pedacito de tela roñoso que solía recubrir a su vieja compañera. Así una parte de ella estará siempre con él y su nueva amiga.